lunes, 19 de enero de 2015

ACTIVIDAD TERCERA. LOS SIETE PECADOS DE LA MEMORIA


El pecado de transcurso.

 Es el desvanecimiento de la memoria por el paso del tiempo (no recordar la cara de una persona conocida) y el no refresco del contenido (repetición). Este pecado, de modo frecuente e intenso, es un excelente indicador de la enfermedad del Alzheimer. La zona cerebral responsable de esta función de evocación espontánea es el hipocampo.


El pecado de ausencia de conciencia.
Es el fallo de la memoria producido por una incorrecta codificación. Su causa se debe a que dedicamos escaso tiempo al procesamiento, o bien porque en el momento de procesar hemos introducido una interferencia y ha caído en sombra de recuerdo: olvidarnos unas gafas, unas llaves o una palabra en un momento determinado, que ha sido arrastrada por una interferencia. El área cerebral responsable es el área frontal.


El pecado de bloqueo.
El pecado de bloqueo conlleva un tipo de olvido distinto de los anteriores. A diferencia de los de memoria por distracción o tiempo, la palabra o el nombre reacios a su rescate han sido codificados y almacenados. La información no ha desaparecido de la memoria, está oculta en algún lugar, aparentemente lista para conformarse en nuestra mente a poco que rescatemos con estrategias y tiempo la información deseada. Es lo que la gente expresa como “lo tengo en la punta de la lengua”. La solución es la reconstrucción de imágenes y sonidos cercanos al estímulo reacio.


El pecado de atribución errónea.

“He estado aquí antes, pero no sé cuándo ni cómo”. En ocasiones recordamos cosas que no han sucedido, atribuyendo desacertadamente un procesamiento rápido de información nueva, o imágenes vivas que surgen de pronto en la mente, a recuerdos de sucesos no acontecidos. En ocasiones evocamos correctamente lo sucedido pero lo situamos en un momento o lugar equivocado. En este bloque también existe la recuperación de datos, atribuibles a la imaginación, cuando en realidad, han sido facilitados a nivel subliminal, a partir de algo visto o leído con rapidez. Ejemplo: reproducir la creación de otro y atribuírselo a uno mismo (músicos, artistas, monumentos)


El pecado de sugestibilidad.

Alude a la tendencia de un individuo a incorporar información engañosa procedente de fuentes externas: otras personas, imágenes o material escritos y medios de comunicación. La sugestibilidad está relacionada con la atribución, puesto que las sugerencias son archivadas con atribución errónea de espacios y tiempos. La percepción de lo sugerido parece tan real como los datos vividos. Las propensiones de recuerdo sugestivo son más características de personalidades egocéntricas que necesitan ilustrar una participación activa del “yo” en el recuerdo.


El pecado de persistencia.

Trae consigo el recuerdo reiterado de información perturbadora de episodios que preferiríamos desterrar por completo de nuestra mente: recordamos lo que necesitaríamos olvidar. El sujeto se queda colgado de un recuerdo doloroso y puede acontecer el pensamiento contrafáctico, que es una constante revisión de la secuencia que el sujeto ha vivido y que en el presente pretende modificar, con culpabilidad subyacente. Ejemplo: accidentes inesperados.


El pecado de propensión.

En nuestro más íntimo ser existe la coincidencia. Pues bien, elaboramos una nueva versión de nuestros recuerdos para que encajen con las opiniones y necesidades del momento. Este pecado alude a las influencias fuertes de lo actual sobre la veracidad de los hechos pasados. El pasado es todo aquello coincidente entre la historia y los recuerdos, si no existe coincidencia, con una técnica mental apropiada podemos adulterar dicha coincidencia.



MARINA SÁNCHEZ VIZUETE

No hay comentarios:

Publicar un comentario